El día de hoy toca el turno de hablar de este monumento colonial emblemático de la ciudad. Se trata de un templo católico que inicia su construcción en 1621, 100 años después de la caida de la gran Tenochtitlán.
Se construyó de acuerdo a la costumbre de la época con piedra y cal y se dedicó a la Virgen de la Inmaculada Concepción. Originalmente solo tenía una torre y fue hasta principios del siglo XX cuando el padre Francisco J. Krill, mandó a construir la otra torre así como la balaustrada y todo el enrejado perimetral de estilo arabesco. De hecho a todo el rededor en el murete que sostiene el enrejado se pueden apreciar los nombres de las familias y cordobeses distinguidos que donaron fondos para la construcción del mismo.
Destaca la cúpula exterior que está cubierta ricamente de azulejo poblano. El sagrario por otra parte fue elaborado con plata alemana y traído de Bélgica. En la parte superior de todo el techo se aprecia la laminilla de oro que le da un toque de gran señorío. Sin duda un lugar que hay que visitar.
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